Testimonio del 68

Por Jhoseline Méndez

 

Fernando Salvador Pantoja estuvo presente en la matanza aquel 2 de octubre de 1968. Era un joven de 18 años de edad y vivió una de las experiencias más tristes de su vida.

Fernando nos cuenta que en ese tiempo el estudiaba en la vocacional de la ciudad de México:

“Había grupos reducidos en la vocacional, que es parte del Politécnico, donde éramos de cinco o seis personas. Un día nosotros nos enteramos que en la ciudad había partido de “tochito”, estaban unos muchachos de la prepa y otros de la voca. Estaban jugando y uno disfrutaba un refresco pero en ese momento no sé qué festejaban, pero había una manifestación de cubanos por la revolución cubana, entonces llegó la policía a reprimirlos.

A las mujeres las golpearon igual que a los hombres y todo esto llegó a nuestros oídos. Los dirigentes nos llamaron y nos dijeron que comenzaba a haber problemas debido a que a nuestro presidente de la República no le gusta que los jóvenes comenzaran a manifestarse por las olimpiadas que venían, pero esto era algo diferente, porque lo que se vio en ese momento es que los muchachos más grandes que venían de la universidad y eran más grillos fueron a inyectarles ideas a los dirigentes de la vocacional y posteriormente los dirigentes nos llamaron para decirnos que nos uniríamos con los de la universidad, porque ahora eran ellos, pero en otro momento podríamos ser nosotros.

Así comenzaron a citarnos en algunos mitin ya que los maestros comenzaban a faltar, pero para mí era difícil de entender en ese momento todo este movimiento y aún así acudimos a los citatorios, a volantear y así fue como se comenzaron a dar los movimientos dos meses aproximadamente antes del 2 de octubre.

Yo pienso que todo estuvo muy manejado por gente de gobierno que estaban a favor de ello y algunos de la política pagaban a los muchachos, nosotros sí sabíamos que nuestro líder estaba pagado y esto sumando que yo tenía 18 años y los que nos manejaban tenían entre 20 y 30 años y éramos nosotros fáciles de convencer, aunque había algunos otros como yo que no nos gustaba nada eso, pero sólo íbamos porque teníamos miedo ya que pasaban lista o podíamos ser agredidos.

Y así se llegó una marcha que fue en el Zócalo. Mis otros compañeros y yo nos dirigíamos hacia allá cuando vimos que ya había movimiento y jóvenes golpeados, nosotros íbamos por la Alameda Central, unas seis cuadras antes del Zócalo, cuando varios comenzaron a correr y por primera vez vi los tanques del ejército y en ese momento no sabíamos qué hacer ni para dónde correr, porque había muchos soldados en las esquinas y como estaban acomodados era casi como si nos empujaran para que nos dirigiéramos a un solo lugar, no nos dejaban buscar otra alternativa.

A 200 metros más o menos de donde estábamos existía un cine que se llamaba Alameda, justo ahí vimos cómo golpeaban a las mujeres, las jalaban del cabello y las pateaban y uno no podía hacer nada, aunque lo peor que vi ahí fue que a un chico con la bayoneta lo atravesaron contra una cortina de metal y es que no puedo olvidar la cara de ese chamaco que estaba muy joven, después sin sacarle la bayoneta pasó una especie de camioneta y ahí lo arrojaron y sacaron la bayoneta hasta ese momento, pero él seguía vivo, y al abrir las puertas alcanzamos a ver que había más gente dentro que no sabíamos si estaban muertos, así que todo esto nos asustó más y seguíamos sin saber qué hacer hasta que decidimos meternos entre la gente y correr hasta el paseo de la Reforma, donde huimos por unas calles y en ese tiempo estaba la prensa y por ahí unos reporteros nos orientaron para poder salir de ahí hasta que llegamos a San Fernando, que es un panteón.

Pedimos auxilio aunque los taxis no nos levantaban y los particulares menos, así que ya en una tienda una señora nos permitió usar su teléfono y le hablamos a la mamá de uno de mis compañeros y así logramos llegar a salvo a la casa, pero como consecuencia de todo esto nuestros padres nos prohibieron asistir, pero la orden que teníamos era presentarnos en Santo Tomás para partir a la marcha el 2 de octubre.

Llego ese día y nos fuimos en el coche de uno de mis compañeros, pero antes hablamos y acordamos que si veíamos que la situación estaba muy difícil no nos acercaríamos. Mis compañeros y yo vivíamos cerca de Tlatelolco, así que el coche lo dejamos en la avenida donde esta Relaciones Exteriores.

Ya íbamos tarde porque nos habían citado desde las cuatro de la tarde y eran como las cinco y media, todo esto por la aglomeración de coches en las calles. Ahí vimos que en todas las esquinas había militares, pero ya estaba uno acostumbrado porque siempre estaban alrededor del casco cuando había manifestaciones y reuniones.

Llegamos a la plaza de las Tres Culturas como a las seis de la tarde. Estaba muy nublado, parecía que llovería. Había poca gente, pero era normal en el movimiento. Pensábamos que todo estaría controlado por la vigilancia de los militares pero comenzamos a ver algo inusual, a jóvenes que traían un guante blanco o pañuelos en la mano izquierda, estaban casi a rapa, como tipo cadetes, y al pasar al lado nuestro nos empujaban o nos pedían credenciales para identificarnos.

Justo en ese momento estábamos mi compañero que se llamaba Marino, el más grande de nosotros porque tenía 22 años; otro que se llamaba Jesús y le decíamos el Desnivelado porque estaba cojito y también por él íbamos más despacio. Marino nos dijo que nos quedaríamos cerca de la plaza de Tlatelolco y si veíamos que no había peligro nos acercábamos más, eran pocos metros los que nos separaban de donde estaban todos los jóvenes donde ya había algunos que estaban hablando y yo les dije a mis compañeros que si nos acercábamos e igual nos podíamos meter a la iglesia por cualquier cosa, pero vimos que estaba cerrada, así que Marino dijo que no nos moveríamos de donde estábamos y ahí estuvimos un rato que no fue muy largo, cuando por el edificio de Relaciones Exteriores pasó un helicóptero y comenzamos a escuchar que los tanques se acercaban y todo esto no nos terminó de agradar y buscamos un lugar donde nos fuera fácil correr, porque ahí sólo había dos salidas en todo el aglomerado de estudiantes, pero ya había más soldados.

Justo en lo que buscábamos ponernos a salvo tiraron luces de bengala, a nosotros nos llamó la atención ya que no sabíamos si había algún santo que se festejara, así de desconcertados vimos cómo esas bengalas cayeron en medio de la plaza y consecutivamente a eso comenzaron a balacear, pero yo escuchaba los balazos como chinanpinas, no tan fuerte, pero eran muchas y todos comenzaron a correr y justo detrás de donde estábamos nosotros había una panadería y el señor nos dijo que nos metiéramos para estar a salvo del balaceo y nos preguntó si éramos estuantes y al decirle que sí nos dijo que nos metiéramos rápido.

Esta panadería tenía unos cristales muy grandes pero nos metimos debajo de los anaqueles y por ahí veíamos a través de los cristales, seguíamos observando que todos corrían pero también había familias que corrían con sus niños, en la plaza veíamos como se caían las personas y pensábamos que alguien les decía que se agacharan para estar a salvo pero ya no se levantaron nunca y por la iglesia alcanzábamos a ver que a dos muchachos los mataron los que tenían el guante blanco.

Como estaba nublado se alcanzaban a ver las chispas salir de los terceros pisos de los edificios y sumado a esto que el helicóptero no dejaba de pasar y mis amigos dijeron que también de ahí estaban disparando, pero la verdad es que yo no logré ver eso.

El señor de la panadería nos dijo que si no nos íbamos ya cerraría y no sabíamos qué hacer. Decidimos salir y al hacerlo vimos personas, civiles y estudiantes llenos de sangre o lastimados y extrañamente había muchos estudiantes sin camisas, en ese momento ya estaba lloviendo y no sabíamos si irnos para Manuel González o hacia el norte para Guerrero.

Corrimos y logramos salir ilesos. Todo esto es lo que yo vi y me tocó vivir. Me impactó de una manera muy fuerte porque vi muertos y cómo les dispararon a los muchachos, eso fue lo que innegablemente vi.

Después de todo esto entendimos con los muchachos que íbamos a tener que dejar de estudiar y así fue porque nuestros papeles del vocacional se perdieron y no nos entregaron nada, también acudimos a ver listas a Santo Tomás donde se decía que habían sido trescientos y tantos muertos, en otras preparatorias igual y se platicaban ya las cosas que se vivieron en otros lugares como fue en la preparatoria de San Idelfonso que está en el centro, donde tiraron la puerta y mataron estudiantes, pero aun así exageraban los muertos, pero algunos jóvenes decían que por la Cruz Verde había muertos o heridos, lo que nosotros sí sabíamos es que se los llevaban vivos o muertos al Campo Militar Número 2 que está en el lado sur de la ciudad.

En ese momento la prensa yo te aseguro que era vendida o estaba amenazada y quienes no concordaban con las ideas del gobierno ya estaban muertos, y por esto mismo las noticias que salían eran las que el gobierno quería. Y finalmente, a pesar de que veo documentales y fotografías y dudo, pero tal vez si fueron así las cosas porque yo decirte una verdad absoluta no puedo, por eso te cuento lo que yo viví.”

Cada 2 de octubre Fernando hace la siguiente reflexión:

“Yo creo que si hubieran tomado otro camino los grupos de muchachos y las autoridades hubieran sabido manejar la situación eso no habría sucedido, y es que no fue bueno lo que pasó porque comenzaron a crearse más ideas de poder y dinero entre la política que el verdadero movimiento.

La realidad es que el país no quería las olimpiadas porque decían que con ello vendrían más impuestos y nosotros solo ganábamos 22 pesos, por eso mismo los estudiantes veían las necesidades en sus casas y quizás si se hubieran inclinado más a grupos de reflexión y llegar a un acuerdo con el gobierno se hubiera evitado todo esto que si hablabas te castigaban. Y es que a mí sí me dejó marcado porque creo que si se hubiera manejado todo más grupal en conjunto para el bienestar de la sociedad nos hubiera ido mejor y quizás hasta en la educación, así que cada 2 de octubre pienso en lo que cambio para mí esa situación.”

Puede que también te guste...