Por: Eduardo Morelos
- Nadie extraña al profe después de graduarse
Es el 27 de febrero de 2015 y apenas han trascurrido algunas horas desde la captura. En una plazuela, ubicada a pocos metros del domicilio marcado, un grupo de niños disfrutan de cine al aire libre. Al mismo tiempo mujeres practican zumba.
A los habitantes les pasa inadvertido que a unos pasos, habría estado oculto de la justicia y de sus enemigos el hombre que de acuerdo a las autoridades representa la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado en México. Se trata de la calle José Araizabal de la colonia Oviedo Mota, localizada en una de las zonas más transitadas y con mayor afluencia de personas en Morelia, Michoacán.
De acuerdo con versiones no oficiales, durante la madrugada, en esa misma calle fue capturado el delincuente más mediático de los últimos años en el país: Servando Gómez Martínez, popularmente conocido como La Tuta. La casa marcada con el número 52 es señalada como el último escondite de uno los líderes de Los Caballeros Templarios.
Es una noche fresca y la zona está en calma. La casa de dos pisos de donde habría salido La Tuta se encuentra con algunas ventanas superiores rotas, hay una luz encendida, un cancel desecho y la puerta principal está abierta y con la chapa forzada; no es lujosa o de grandes dimensiones. El domicilio no tiene vigilancia ni es resguarda por autoridad alguna.
En la acera de enfrente un grupo de jóvenes, al parecer vecinos del lugar, platican entre ellos y miran hacia la casa mientras fuman un cigarrillo. Al preguntarles sobre el hecho, uno de ellos, de complexión robusta y quizá envuelto por un ataque amnesia de inmediato suelta: “nosotros no sabemos nada, no vimos nada y no podemos decir nada”.
Sin embargo, el hombre advierte que no se puede ingresar a la vivienda pese a que la puerta está abierta y parece estar vacía. No hay forma de poner un píe ahí dentro.
Simultáneamente, a unos 300 kilómetros, aproximadamente, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Servando Gómez Martínez es presentado ante los medios de comunicación en el hangar de la Procuraduría General de la República (PGR).
De acuerdo con el informe que brinda el Comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, se precisa que la captura de La Tuta se logró por un operativo de fuerzas federales a las 04: 22 am, en otro punto de la capital michoacana. Esta es la casa equivocada.
- ¿La rabia?, ni matando al perro
“Cayó La Tuta” Se puede leer en encabezados de los diarios locales (del 28 de febrero de 2015) que trae bajo el brazo una voceadora, quien se protege de las inclemencias del sol bajo un árbol ubicado detrás del palacio municipal de Apatzingán, Michoacán. La temperatura aquí es de 35° grados centígrados.
“El periódico se ha vendido de manera normal, yo pensé que con la captura de este señor se iba a vender más, pero vea todavía me quedan”.
La voceadora refiere que la noticia no es trascendente. Sabe que sólo se cortó una rama de ese gran árbol que ha reverdecido en los últimos años y lleva por nombre “crimen organizado”.
“Agarran a uno, pero ya está atrás el otro” reconoce y agrega que los habitantes de este importante municipio michoacano lo saben, pero no dicen nada por miedo a represalias o porque también están en el negocio.
Apatzingán está marcado como el último bastión de Los Caballeros Templarios. El grupo criminal que ha controlado la región de Tierra Caliente y a sus habitantes con el cobro de cuotas, secuestros, extorsiones y homicidios. En este municipio ha corrido mucha sangre.
Elementos del Ejército Mexicano vigilan Palacio Municipal y un solitario convoy de cinco o seis militares esperan bajo la sombra en la Plaza de la Constitución. Todo está en calma, no parece un sitio hostil, tomando en cuenta que el presunto jefe de los Templarios, también conocido como el El Profe, acaba de caer preso.
III. Del chivo a las autodefensas
“El gobierno nos dio la espalda” dice Andrés, un joven ex autodefensa, ex Fuerza Rural G-250 y actualmente señalado como delincuente.
A los 17 años de edad, Andrés optó por tomar las armas y se unió a los comunitarios el día que entraron a su pueblo invitando a sumarse al movimiento. No lo dudó más.
Él y su familia tenían un criadero de chivos, era el negocio familiar. Desafortunadamente tenían que pagar “cuota” a los Templarios, quienes les cobraban por cada kilo de carne del animal que vendían. Sin embargo, todo tiene un límite.
La molestia de Andrés se incrementó cuando ya no hubo dinero para seguir pagando, ese día tomó la decisión de defenderse: “Lo decidí cuando llegaron a cobrar y no teníamos para pagar, y querían que cada día les pagáramos más, pero nosotros hasta dejamos de vender, les dijimos, y levantaron a mi tío -que fue con el que me crié- y le pusieron una chinga”.
Su juventud e inexperiencia con las armas le cobraron factura, cuando por primera ocasión estuvo de guardia en las barricadas de las autodefensas. Por accidente se disparó con una escopeta. Pese al hecho, Andrés recuerda ese día con mucho orgullo:
“Me atendieron en Tepeque (Tepalcatepec), me atendió el Doctor Mireles. Ese día fue un gustazo”
El movimiento de autodefensas surgió el 24 de febrero de 2012 en varios municipios de Tierra Caliente. Los comunitarios –como también se les conoce- se armaron como pudieron para lograr un mismo objetivo: terminar con el abrumador poder de Los Caballeros Templarios. La lucha fue cuerpo a cuerpo contra los criminales. En los combates hubo decenas de muertos de ambos lados.
Las autoridades se vieron rebasadas por el poder de los integrantes de las autodefensas. Por ello, en 2014 crearon la Comisión Para la Seguridad y el Desarrollo Integral en Michoacán, encabezada por Alfredo Castillo Cervantes, hoy titular de la Comisión Nacional del Deporte. Los grupos de civiles armados fueron adheridos a una nueva corporación policial conocida como Fuerza Rural G-150, en referencia al número de policías acreditados que la integraban.
Andrés narra que como miembro del G-150 trabajó de la mano con policías federales, el Ejército Mexicano y hasta la Marina. Comenzó portando una antigua “taquera” (bayoneta), después la cambió por la escopeta, la cual también dejó tiempo después para cargar una pistola calibre 22”, hasta llegar al fusil AK-47 mejor conocido como “cuerno de chivo”. Pero finalmente le gustó más el AR-15 y lo intercambió por el cuerno con otro compañero. Esa –el AR-15- fue el arma que por primera vez usó para defenderse en un enfrentamiento en La Huacana.
Refiere además que “todas las armas estaban legales”, es decir, también fueron registradas y se les practicó la prueba de balística el día en que surgió la Fuerza Rural del comisionado Alfredo Castillo. El G-150 se transformó en G-250. Más personas se integraron como policías acreditados e identificados.
Las autodefensas se expandieron por diversos municipios michoacanos. Cada vez fueron más numerosos y del mismo modo surgieron distintos líderes. Ante un movimiento social de esa magnitud las especulaciones sobre su autenticidad también crecieron.
Estos civiles armados se dividieron la región por municipios, zonas y líderes. De ese modo tendrían mayor cobertura y blindaje sobre los Templarios.
Los cabecillas del movimiento más visibles eran José Manuel Mireles Valverde, en el municipio de Tepalcatepec, Hipólito Mora Chávez y Luis Antonio Torres “El Americano”, en la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, en Buenavista Tomatlán. Así como Estanislao Beltrán, en Apatzingán. Del grupo que dirigía este último, también conocido como Papá Pitufo aparecería otra “célula” denominada Los Viagras.
- La versión de Los Viagras
El Comandante Limón, pertenece a Los Viagras, ex militar, hombre alto y robusto, también formó parte de las autodefensas y vivió de cerca la Fuerza Rural. Ahora, al igual que Andrés, son objetivos de la justicia mexicana por continuar armados –aunque intentan transmitir lo contrario- y ya no mantener la vigencia en sus credenciales que los avalan como policías comunitarios.
De acuerdo con versiones periodísticas, Los Viagras son ubicados como un brazo armado de Los Caballeros Templarios. Sin embargo, a decir de ellos, están en contra de ese grupo delincuencial. Se adentraron al movimiento autodefensas e incluyeron en sus filas a jóvenes como Andrés. Combatieron en la Sierra a los Templarios y lograron expulsarlos de su región.
Los dirigentes de este grupo son los hermanos Sierra Santana, quienes en varias ocasiones se dejaron ver detrás de Estanislao Beltrán, alias Papá Pitufo, portando la playera blanca con el sello que identificaba a las autodefensas.
El Comandante Limón promete a este reportero, una reunión con su líder Nicolás Sierra Santana alias El Gordo. El jefe anda cerca, pero falta asegurar la zona para hacer posible el encuentro. Mientras tanto el comandante desmitifica las versiones y mitos que hay alrededor de las autodefensas, la policía federal, y La Tuta.
“La Tuta pasó a formar parte de la pantalla de los Caballeros Templarios. No es ni el líder ni la cabeza operativa”, refiere.
El comandante Limón es uno de los principales miembros del grupo y explica que detrás de la Tuta estaban personajes como Nazario Moreno (a) El Chayo, Miguel Ángel Gallegos (a) Migueladas y Enrique Kike Plancarte.
“(La Tuta) era la cara de los Templarios, era el vocero, quien daba entrevistas, y salía a la luz, supuestamente para no quemar a quienes tenían la directriz”.
A decir de Los Viagras, todo forma parte de un pacto entre capos y gobierno. Recuerda que un año atrás sucedió prácticamente lo mismo con El Chapo Joaquín Guzmán Loera (hoy prófugo luego de escapar de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano): “Se entregan para que en unos años los liberen y se vayan a otros países, con otro nombre”
Pero reconoce que Servando Gómez Martínez comenzó a escalar y a tomar fuerza en la organización a raíz de que se videograbó en reuniones con políticos, mandos policiales e incluso periodistas.
“Ahí es donde él agarra su fuerza, porque empieza a grabar gente y como se dice vulgarmente, a tenerlos agarrados o amarrados”.
Tras la muerte de Nazario Moreno –El más loco-, el oriundo de Arteaga, Michoacán, se convirtió en el líder mediático: “Tras el abatimiento de Nazario y otros terratenientes, La Tuta toma el lugar que tenía El Chayo. ¿Por qué lo toma? Porque la misma sociedad y el gobierno se lo dieron, porque como era la pantalla, era el que aparecía, se creía que era la cabeza”.
La comunicación con Sierra Santana continúa vía celular. Se analiza la forma más segura de trasladarse hasta nuestra posición en algún punto de la Tierra Caliente.
- No es por impotencia, es por el gel
De acuerdo con el Comandante Limón, otro de los grandes mitos en torno a los comunitarios son los apodos de los líderes del movimiento.
El título de Los Viagras es en referencia a que uno de los hermanos Sierra Santana, dese muy pequeño utilizaba gel fijador para el cabello, de manera que siempre lucía el peinado levantado. Es el menor de los hermanos y tenía gusto por las peleas de gallos. Poco a poco se creó fama por sus triunfos en los palenques. Las apuestas comenzaron a ir en favor de los gallos del personaje que se untaba “viagra” en el pelo.
De ahí su familia y los hermanos Sierra fueron ubicados por los pobladores como Los Viagras, explica el entrevistado mientras “sus muchachos” lavan su camioneta.
Otro mito en torno al apodo de los grupos de autodefensas es el caso de los llamados H3 o Tercera Hermandad quienes son encabezados por Luis Antonio Torres El Americano en La Ruana.
“H3 no tiene que nada que ver con Tercera Hermandad. Nosotros los ubicamos como los H3 porque en las reuniones que sostuvimos para organizar el movimiento, “El Americano” siembre llegaba en una camioneta marca Hummer modelo H3, acompañado por su gente quienes por lo general utilizaban camionetas de color blanco.”
Sin embargo, estos dos grupos generan polémica por su autenticidad en el movimiento. Pareciera que tratan de llenar ese vacío que han dejado los Templarios. Estamos ante la reorganización de los grupos delictivos en Michoacán; la disputa por la hegemonía en la región.
Lo cierto es que ambos trabajaron juntos e “invitaron” a los terracalenteños a “sumarse y defenderse”. Pero Alfredo Castillo Cervantes, ex comisionado para la Seguridad y la Integridad de Michoacán, no cumplió su palabra. Traicionó a la Fuerza Rural G-250. Nunca recibieron un pago por su trabajo.
No olvidan que la asistente del comisionado Castillo, quien es de origen cubano, les prometía que pronto llegaría su sueldo: “Nos decía: ustedes firmen el papelito mijos, que no pasa nada” Pero ese cheque nunca llegó.
“Nosotros le preguntábamos alguna palabra que no entendíamos y ella nos decía que si se ponía a explicarnos uno por uno, no iba a terminar nunca”.
Esa cubana lleva por nombre María Imilse Arrué Hernández, persona que acompañó a la Comisión para la Seguridad… durante los últimos meses. Pero que de pronto desapareció y no se volvió a presentar con los rurales.
“Hablan de trabajo de inteligencia cuando los federales no conocen ni la región” Nosotros acorralamos a El Chayo (fundador de Los Caballeros Templarios), les señalamos el lugar, y después salen y se levanta el cuello diciendo que ellos fueron”, reclama el Comandante Limón y apunta que algo similar sucedió con La Tuta. Refiere que ellos señalaban donde estaba Servando Gómez, pero los federales hacían caso omiso ya que trabajaban para ellos (Los Caballeros Templarios).
“Los federales trabajan para el dinero, obedecen a quien les pague”. Dicha versión coincide con los continuos videos, apariciones en público y en los medios de comunicación del líder templario, a plena luz del día y sin nadie que lo detuviera.
Durante la charla, el Comandante Limón habla de estos líderes criminales con soltura y da la sensación que son personas cercanas o semejantes a ellos. Personas que han vivido en Tierra Caliente toda su vida, pero que tomaron el camino del crimen.
- La ridícula versión de fuego amigo
Uno de los últimos episodios de mayor violencia y muerte en México se presentó aquí en Apatzingán. El 6 de enero de 2015, fecha en que se celebra el “Día de los Santos Reyes”. La ciudad más importante de Tierra Caliente vivió otra de las jornadas más obscuras y violentas de los últimos años.
Elementos de la Policía Federal y Ejército Mexicano irrumpieron durante la madrugada de ese día, para replegar a un grupo de manifestantes que mantenían tomada la Presidencia Municipal desde cinco días atrás. Los inconformes eran gente de Los Viagras.
Durante el operativo los efectivos federales desalojaron con armas de fuego a la gente que previamente había sido organizada por Nicolás Sierra Santana (a) El Gordo. Presuntamente pedían la liberación de compañeros autodefensas, así como la libertad de Hipólito Mora. Pero de acuerdo a su versión exigían su pago por los meses que trabajaron.
“Fue una decisión en conjunto para hacer presión y que nos voltearan a ver otra vez”, se justifica el Andrés, el mismo que entró a las autodefensas para defenderse del cobro por la venta de carne de chivo.
Los manifestantes dormían en las puertas de la Presidencia Municial cuando escucharon la refriega.
“Nos caen en la madrugada del seis de enero y fue muy feo para mí. Yo estaba dormido en el piso, ya está acostumbrado uno. Y Empezaron a gritar: ahí vienen los federales –yo escuchaba entre el sueño- que están tirándole a la gente, vámonos, corran. Y comencé a escuchar tan tan tan y que le corro a la camioneta que era mi patrulla, yo corrí por mi rifle, no sabía ni qué onda, yo estaba dormido. Cuando miré a un camarada que ya le habían pegado un balazo los federales, y otros manoteándose. Hermano, que te la estoy contando porque Dios es grande.”
A la mente de Andrés volvieron las escenas de aquella madrugada en la que veía como de la ametralladora M-60 salía lumbre al disparar las balas. Nunca olvidará aquella camioneta tipo Cherokee en la que se cubría de las balas junto con otros cinco compañeros, justo detrás de los rines. El vehículo que quedó destrozado pero le salvó la vida.
“Yo estaba desesperado, mi arma se quedó en la camioneta, no alcancé a llegar por ella, te la platico de milagro, Gallo, la neta.”
Andrés fue detenido horas después y trasladado junto con 44 personas más a Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán (PGJE) Posteriormente todos serían liberados dado que no se encontraron suficientes elementos para encarcelarlos.
“Ellos llegaron tirándonos a nosotros. Hubo una junta con un Comandante. Sí teníamos armas, seamos sinceros, cuatro personas nada más. ¿Por qué? porque hubo una junta con un Comandante que le llaman Lara, y nos dio permiso de portar, –reitera-, un rifle y registrado, porque había mucha gente armada en Apatzingán”.
Sin embargo, estas armas nunca fueron utilizadas. Por ello los jornaleros y ex autodefensas niegan la versión de un enfrentamiento.
“Ellos pusieron en su reporte cuarenta y tantas (armas) y aparte una granada pa cada uno”.
Al enterarse del violento desalojo, el resto de Los Viagas intentaron rescatar a sus compañeros detenidos. Con piedras y palos fueron tras los Policías Federales, en sus camionetas, pero de inmediato los repelieron los uniformados con disparos de alto calibre.
Ese día murieron 16 personas. De acuerdo con el informe que presentó Alfredo Castillo sobre estos hechos, se estableció que se trató de “fuego amigo”. Es decir, entre los mismos manifestantes se habrían disparado mutuamente, según explica la autoridad.
“Mataron a unos señores que si miras la foto se te hace un nudo en la garganta, porque murieron abrasados, queriendo cubrir a sus hijos.”
Andrés habla de la familia de Miguel Madrigal, quienes en fotografías que circularon en las redes sociales y páginas web, se aprecia el cómo quedaron sin vida, Madrigal, y tres personas más, a un lado de una camioneta modelo Arcadia color negro.
VII. Entre Viagras te veas, a la espera de la entrevista
Los militares tienen un puesto de revisión sobre la carretera federal. La camioneta del Comandante Limón pasa desapercibida, no le marcan el alto. No muy lejos del retén se ubica una de las guaridas de Los Viagras.
Nicolás Sierra Santana, el líder de la organización estaría llegando al lugar en poco tiempo. La tarde comienza a caer y la temperatura desciende.
Estamos a dos fuegos. En cualquier momento podrían irrumpir sus rivales: Los Caballeros Templarios o bien la Policía Federal. El ambiente es tenso.
Aquí se ocultan personas que participaron en la Fuerza Rural G-250 a la caza de los Templarios. Son gente cercana a los caídos y heridos de aquel 6 de enero. A decir de ellos, no pueden poner un pie en Apatzingán porque de inmediato morirían.
El más joven, no pasa de los 15 años. Es delgado y de tez morena. Su música favorita son los narcocorridos del cantante Alfredito Olivas y de Alfredo Ríos El Komander. Al comienzo de la charla niega haber utilizado armas, ya que justifica ser menor de edad, pero más adelante y con mayor confianza, reconoce que ha accionado el Cuerno de Chivo y a pregunta expresa sobre a qué le gustaría dedicarse, responde que a “ser mañoso”, adjetivo como en la zona se le conoce popularmente a los narcotraficantes.
El otro hombre que se oculta aquí, mantiene a su familia junto a él. Viste botines, playera negra y usa cadena de oro en el cuello. Este lugar no es recóndito ni alejado de la población, la charla comienza en una de las cuatro habitaciones de la propiedad.
“No primo, la única forma que me saquen de aquí es con los pies por delante” (término utilizado para referir el traslado de un cuerpo sin vida).”
Cuenta que el señor Sierra Santana alias El Gordo Coruco, tiene evidencia en vídeos e imágenes de la masacre que perpetraron los agentes federales durante el 6 de enero en Apatzingán. Al igual que todos los hombres cercanos a Los Viegras perteneció a las autodefensas. Asegura que su gente del movimiento es inocente, que ellos son legítimos.
Pero algo no cuadra. En la habitación contigua, en donde se localiza un sanitario, hay manchas de sangre sobre las paredes. Los muros son blancos y son más evidentes las salpicaduras rojas. Es sangre, no hay duda. Por razones de seguridad de este reportero, el tema no es abordado.
El teléfono suena, es el Comandante Limón para avisar que el líder Nicolás Sierra Santana no podrá acompañarnos. La zona “está caliente, es mejor no arriesgarse”. Pero confirman que al día siguiente estará disponible y además hace extensa la invitación para una reunión programada con otros líderes del movimiento entre ellos Estanislao Beltrán Papá Pitufo.
El hombre de la cadena aprovecha para expresar su coraje con las autoridades por haber asesinado a jornaleros y autodefensas el Día de Reyes.
“Primo, esa gente no era mala, ese señor Madrigal murió con su familia a un lado, te daban ganas de llorar porque quedaron abrazados. A otro chavo que pasó por aquí un día antes yo le había regalado unos huaraches porque no tenía ni para eso, y luego me avisan que estaba muerto”.
Ese día, la misma vendedora de periódicos que anunciaba la captura de La Tuta fiel a su costumbre y desde muy temprano comenzó su recorrido por las calles del primer cuadro de la ciudad para ofrecer las noticias.
Pero esta vez no pudo comercializar sus tabloides. No pudo pasar porque estaba lleno de policías y no permitían el libre tránsito. De inmediato supo que algo pasó.
“Las paredes en los portales de un lado de la Plaza principal estaban manchadas de sangre. Había zapatos tirados y en el suelo había manchas de sangre. Pero ya en la tarde que volví a pasar ya no había nada, lavaron todo y como si nada, nadie dijo nada”, recuerda la mujer mientras con la mano imita cerrar su boca con un cierre.
Epílogo 1:
Cabe resaltar que el día siguiente nunca llegó, como nunca llegan las explicaciones completas ni las entrevistas por más que éstas hayan sido acordadas con antelación. La población michoacana está entre fuegos cruzados, tantos como versiones sobre buenos y malos o policías y ladrones… es difícil describir la situación, difícil saber quién controla, quién mueve los hilos, quién es legítima defensa o quién es “mañoso” o dice serlo o presume o se aprovecha de la situación. Este reportaje es apenas un recuento, una aproximación que aspira a sumatorias que aporten la nitidez, por si acaso alguna autoridad honesta y valiente asume el reto de limpiar Michoacán.
Epílogo 2:
El 3 de julio pasado, se estrenó en la mayoría de los cines del país, el documental Tierra de Cárteles del canadiense Matthew Heineman. En la primera y en la última secuencia, se mira en pantalla a unos encapuchados que aseguran pertenecer a Los Viagras mientras “cocinan” metanfetaminas entre tonalidades azules de la madrugada. Aseguran que son los nuevos del negocio y explican sus razones y sus por qué. Otra versión que se suma a las ya existentes y se apilan y se apilan y se apilan…