La otra cara de la Luna de una deportista exitosa: Beatriz Reséndiz

Por: Cristhian Iván Corona Sánchez

 -¡Mira nada más, la están torturando!

Impresionada la señora comentaba lo anterior mientras miraba a Bety patalear y dar de brazadas en la alberca. No comprendía la dimensión y el pedazo de atleta que se encontraba frente a sus ojos, y el por qué hacia lo que estaba haciendo. Y volvía a desahogar su impresión con palabras:

-¿Se portó mal? ¿La están castigando? Qué barbaridad.

-Bety es campeona panamericana, no hay nadie en todo el continente americano que le pueda ganar. ¡Prefiero verla sufrir en los entrenamientos y que después sea ella quien se suba a lo alto del pódium, con la medalla de oro y el himno nacional entonándose!

La señora escucho atenta a Juan Carlos Téllez, el entrenador, mientras este jalaba unas ligas que rodeaban la cintura de la nadadora con la intención de hacerla retroceder mientras ella se esforzaba por avanzar con el estilo de crol. Minutos antes Juan Carlos me había dicho “el siguiente ejercicio que le voy a poner esta perrísimo”. Además de las ligas, Bety portaba aletas y paletas de nado, y una playera para que el esfuerzo fuera brutal.texto1

Beatriz Reséndiz García comenzó a nadar a los 9 años, desde niña supo estar en sintonía con el agua, con su claridad. Su vida ha estado acompañada del deporte, en su romance con la natación se ha hecho de victorias, de sueños, de satisfacciones; suda gruesas gotas de sudor, porque lo suyo se lo toma enserio, dar lo máximo en la vida, a su familia y en los entrenamientos.

Tiene 27 años, es nadadora especial y compite en la categoría S-14, la cual está limitada a  c
uatro pruebas: 220 metros libres, 200 metros combinado, 100 metros pecho y 100 metros dorso; su fuerte son los 200 metros libres, en la que es campeona mundial y panamericana.

Con 10 años cumplidos comenzó a asistir a las competencias y participaba en el estilo de pecho, a sus rivales paulatinamente se les desaparecía, tomaba la delantera y era la primera en tocar la orilla, su esfuerzo y habilidad, toda ella, la hacían ganar y romper records.

Siete años más tarde decidió dejar lo que tanto le apasionaba, “comencé chiquita, y sacrificas todo, la escuela, no puedes salir, quieres ir a una comida y tampoco puedes ir, llega un momento en que ya quieres cambiar todo, me sentía cansada… muy cansada”.

Todavía no son las 7 de la mañana, falta poco, y portando el pants de la selección nacional de México, llega Bety a la alberca del complejo acuático Medallistas Paralímpicos. La sesión inicia con trabajo en tierra, hay que darle fuerza a los brazo y al torso del cuerpo, las ligas elásticas son ideales.

Una hora después los alumnos de la clase de las 7 de la mañana han dado por terminado su entrenamiento, pero para la nadadora campeona del mundo y Panamericana aquello apenas comienza. Después de las ligas sigue el trabajo de piernas, estiramientos y arranques de velocidad. Esto como preámbulo para pasar a la alberca.

Juan Carlos Téllez, el entrenador, tiene diseñado el programa de entrenamiento para Bety, el trabajo realizado siempre ha sido demandante. Nada la puede hacer desconcentrar o interrumpir en la alberca, y por consiguiente se le ha otorgado un carril solamente para ella. Los descansos son escasos, la nadadora para solamente para recibir indicaciones, mientras tanto va y viene a toda marcha, toca la orilla y se vuelve a sumergir para iniciar una vuelta más.

Poco antes de retirarse se había mudado a México e inicio un proceso con un nuevo entrenador. El entrenamiento cambio, su cuerpo estaba acostumbrado a otro tipo de trabajo, entonces, cuando regresaba de las competencias estaba tronada, ya no podía nadar, no aguantaba siquiera 25 metros en la alberca.

-Ni te imaginas, era horrible.

-¿Fue un mal entrenamiento?

-Sí, seguía entrenando, pero ya tenía mucho miedo.

-¿Miedo a qué?

-A cansarme rápido en la alberca.

Para ser un deportista de alto rendimiento y exitoso, hay que dejar el alma en los entrenamientos, y más doloroso aun, familia, y una vida social. En 2006 se retiró y se mudó a los Estados Unidos, dos años después consiguió el que para ella es y será el mayor triunfo de su vida: ser mamá. Su hijo la inspira a superarse y ser mejor, él fue parte fundamental de que regresara a la natación, “un marzo del 2011 fueron a buscarme a mi casa mi entrenador y un directivo, para que regresara, y como ya tenía la espinita, regrese. Regrese por mi niño, quiero demostrarle algo y enseñarle que se pueden hacer las cosas y ser un buen ejemplo para él”.texto2

Aceptando el reto del regreso, el trabajo de Beatriz ha sido exitoso, pero siempre cargado de sacrificios –como separarse de su hijo por primera vez- y cansancio. Bety ha despuntado, va remarcando puntualmente el esfuerzo y nivel que la caracteriza. Se preparó fuerte para los Parapanamericanos de Guadalajara 2011, donde consiguió la plata con un tiempo de 2.30.

Entrenó para las olimpiadas de Londres 2012, los que no consiguió amarrar, la marca que pedían la daba, “pero es complicado por la gente de arriba, porque te dan menos lugares y ellos piden estar en ranking 8, y por milésimas de segundo no pude participar (por el tiempo que pedían el Comité Olímpico Mexicano [COM]), el tiempo internacional lo supere por 20 centésimas”.

La decepción no hizo que se diera por vencida, al contrario, la incentivó para ir por más victorias y superar sus logros. Logró oro en los Parapanamericana de Toronto 2015 con un tiempo de 2.21.62; y el primer lugar en los mundiales de Ecuador 2015, donde consiguió su mejor marca: 2.20.

Los entrenamientos a doble sesión y sin vacaciones, contando navidad y año nuevo, época en la que se hizo presente entrenando; todo apuntaba a su asistencia a los juegos paralímpicos de Rio 2016 –que ya se están celebrando– sin embargo, como ocurrió en el 2012, los “de arriba” no se lo permitieron; contaba con lo necesario, la marca, las competencias conquistadas, las sesiones de trabajo, y, sobre todo, ser una atleta fuerte y de resultados ya dados, a la que no se le deben reclamaciones, sino elogios y agradecimientos.

Personas salen de su entrenamiento, otras llegan para iniciar su clase, pero Bety sigue en la piscina, y no se ira, sino hasta las 10 de la mañana.

Y cuando iba a iniciar la sesión de las 9…

-¡Mira nada más, la están torturando!

Impresionada la señora comentaba lo anterior mientras miraba a Bety patalear y dar de brazadas en la alberca. No comprendía la dimensión y el pedazo de atleta que se encontraba frente a sus ojos, y el por qué hacia lo que estaba haciendo. Y volvía a desahogar su impresión con palabras:

-¿Se portó mal? ¿La están castigando? Qué barbaridad.

-Bety es campeona panamericana, no hay nadie en todo el continente americano que le pueda ganar. Prefiero verla sufrir en los entrenamientos y que después sea ella quien se suba a lo alto del pódium, con la medalla de oro y el himno nacional de fondo.

 

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