Por Mauricio Barrera Palma
Tarímbaro, Michoacán.- Entre los productores de Flor de cempasúchil, de Tarímbaro y de la comunidad de “El Colegio”, las expectativas de conseguir una gran venta en Noche de Muertos se han diluido con el pasar de los meses, porque este año la siembra y la cosecha se hicieron más por tradición que por negocio.
En entrevista con la Agencia Cero:60; Adrián Flores, productor originario de esta localidad, comentó que debido al cambio climático y a la crisis económica originada por el coronavirus, no se sembró la misma cantidad de flor que en años anteriores, ya que para esta temporada prevén más pérdidas económicas que ganancias debido a la pandemia del Covid-19.
«Solo hemos sembrado el 15 % de nuestra capacidad, porque sabemos que la gente no está consumiendo como antes, no está gastando, no tienen dinero y si sembramos de más vamos a perder más de lo que ya estamos perdiendo”, expresó el productor.
Explicó que el corte de la flor de cempasúchil inicia el 25 de octubre para tenerla lista en los mercados a partir del 29 del mismo mes.
Asimismo, Adrián Flores recalcó que pese a la crisis que se vive en el país y en Michoacán, no se vio afectado el proceso de cosecha; por lo que en los campos de Tarímbaro y El Colegio se pueden observar campos decorados de flores naranjas, color tradicional del cempasúchil y moradas o «mota», como también se le conoce dicha flor con la que se adornan los altares.
Al respecto, Adrián reconoció el desafío que tienen este año, pero esperan no verse tan afectados y recuperar un poco de dinero de la producción.
“Mira, sabemos que la situación del campo está muy mal y más con lo del Covid, así que ahora sí que mientras salga para un refresco o para que la familia coma, salvamos el año, porque realmente no esperamos buenas cosas de esta temporada.
Adrián Flores y su familia producen la flor de cempasúchil desde hace más de 50 años, por lo que más que un negoció es una tradición.
“Si, definitivamente ya no lo vemos como negocio porque sabemos que actualmente no se puede vivir del campo, así que ya es más que nada una tradición que se nos ha inculcado por años y por generaciones, en las tardes al final de la jornada nos reunimos aquí en un techito que tenemos cerca para comer y convivir con la familia», agregó.