Marco Regalado: con la sangre y con la vida

Por: Jeniffer Yunuén Alfaro Miranda

 

Antes que nada, muchas gracias, señorita, por tomarse esta atención para mi persona y quehacer. Sobre todo en esta ciudad y en este tiempo tan obscuro, donde ser político o narco –que al final es lo mismo-, es mejor que estudiar y ser alguien enrolado en la cultura y el saber, donde la ignorancia y la deshumanización es premiada. Pero también, y que bueno, donde hay tantos “buenos poetas”, y donde soy apenas aprendiz; creo que cualquiera de los otros escritores, de los poetas, es mucho mejor que yo, por eso agradezco la deferencia; de no ser así, yo sería el que estaría ganando tantos premios y no ellos, tendría un mejor estatus de vida, sería un poco más feliz o quizá desdichado e inconforme con la vida.

Lo anterior lo externo con todo respeto y fuera de poses y esnobismos; porque han de saber que a mí me cuesta mucho vivir, me cuesta mucho escribir, nunca estoy conforme con lo que escribo, o hago. Creo que lo mejor de mi vida sería pasar desapercibido, no tener ni siquiera una sombra de que deje huella de mi paso por la vida. Yo, sólo existo y por esto, me angustia tanto la vida. Pero también hay cosas gratas, algunas bastante dichosas y las agradezco, por ejemplo, conocer y vivir a mi hijo, ver –a veces- a mi amiga imaginaria y algunos otros amigos, y muy pocos –muy pocos- seres humanos.

El que habla en primera persona es el poeta Marco Antonio Regalado Reyes, oriundo de Morelia, Michoacán, quien estudió la licenciatura en Derecho y Ciencias Sociales. Luego de la presentación monologada que llegó en mi correo electrónico junto con su aceptación de la entrevista, procedo a preguntar, inspirada por la puerta que el poeta dejó abierta.

¿Cómo surge la inspiración para escribir?

No creo en la inspiración, creo en el trabajo, así como lo expresaba Pablo Picasso, y si la inspiración existe, ojalá me sorprenda trabajando. En mi caso, la escritura se da como una consecuencia de la lectura.

-¿Y para usted, qué es la lectura?

La lectura es un acto de traducción e imitación de los otros, cuando llegamos a apreciar y entender que esa lectura es un arte, un vivir, un placer, un ejercicio cotidiano de libertad y rebeldía que permite respirar la realidad.

-¿Y la escritura?

Es un ejercicio de querer imitar lo que otros han realizado, un tratar de decir lo que ya otros han realizado, pero agregando tus experiencias del vivir, con la muerte, con el amor y el desamor. Entre ambas la lectura y escritura, uno respira y expira su existencia.

-¿A qué edad inició este gusto por leer y escribir?

No recuerdo ya la experiencia de la decodificación de símbolos para entender lo que me decían, es una lástima olvidar esa hermosa experiencia, imaginemos ver otra escritura que no conozcamos –que no podamos leer-, por ejemplo: “Verrá la morte e avrá i tuoi occhi”, no entendemos los símbolos, pero llega un día que tras esfuerzos sabemos que ahí dice “vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, y lo escribió Pavese. Es lindo, pero no lo recuerdo. La escritura sí, cuando estaba en la primaria nos ponían a copiar poemas en nuestro cuaderno, y un día, quise imitar escribir esas rimas, me gustó poder hacerlo, sin embargo, leía mucha más narrativa que poesía y siempre he querido escribirla, lo hago; igual que la poesía, pero no me convence, siempre estará lejos de los clásicos, lo que yo he escrito desde niño es modesto y humilde. Pero debo decirlo, siempre ha sido más importante en mi vida leer que el escribir.

-La mayoría hacen sus primeras incursiones en la poesía escribiendo sobre algún acontecimiento personal. ¿A quién dedicó su primer escrito?

A una niña ya muy lejana, una sombra que recorre muy de vez en cuando los pasillos de mi memoria, y a quién nunca se los entregué, por pena.

¿A los cuantos años recibió la beca por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en Michoacán?-

Tenía como treinta años, me había quedado sin trabajo, daba clases en el Conalep 1, llegó una mujer muy retrograda y nos despidió en grupo a varios maestros sin haber un por qué; el hijo recién nacido, y una gran angustia ante la vida. Había visto una convocatoria y realice un proyecto para escribir “Los sueños del Cangrejo”, que en un principio era un proyecto de novela.

-¿Cómo fue que la consiguió?

Creo que fue el título y la tesis tan descabellada de escribir de un personaje que va nombrando la ciudad a través de sus palabras, de sus experiencias de amor, de muerte, de angustia por el vivir.

-¿Después de recibir esta beca, que vino en su vida de poeta?

Más me preocupé, comenzaba a dejar de ser joven poeta, sentía más compromiso por escribir mejor, las críticas a favor y en contra crecían. Desde entonces me siento muy presionado ante cada cosa que escribo. Trato que cada día estén mejor. Comencé a dejar de preocuparme por publicar y, mejor preocuparme por escribir mejor.

-¿Cuántos libros ha publicado?

Hay cuatro libros, los dos primeros “Piel de mar” y “Los sueños del cangrejo”; después vino la petición para publicar en Guanajuato dentro de la Colección Letras Versales; mi esposa en ese entonces también escribía, yo estaba consciente de que escribía bien, y debían conocerlo, así que les dije que sí publicaba, pero siempre y cuando me permitieran compartir la publicación con ella (Lourdes Corona García), así nació “La palabra en el bosque”. Después vendría “Creció el medio día” publicado en la UNAM dentro de la colección Ala de tigre. Después el trabajo, el conseguir dinero para subsistir me ha atrapado y no me he preocupado por publicar, tengo 5 libros, inédito de poesía, uno de relatos, uno de ensayos y dos novelas.

-¿En qué situación de su vida se inspiró para escribir “Piel de Mar”?

Como le decía, fue el primer libro, había ido al Taller Literario de “La librería de calzada” –un café centro cultural que contribuyó tanto y tanto a la cultura de la ciudad-, lo coordinaba Neftalí Coria, uno de los excelentes escritores de esta ciudad que me enseñó que no se debía hacer al momento de escribir, también cómo, lo más importante, era encontrarle la poética a la vida para poder llevarla a lo que uno escribe, leer, leer, leer, vivir y después escribir.

-¿A quién fue dedicado “Piel de mar”?

Se lo dedique a la que fuera mi esposa, estábamos recién paridos de nuestro único hijo y está dedicado a ella, a Lulú. El último apartado del libro, “la ciudad de los náufragos” lo dedique a Max, mi hijo; cuando pensaba en que si me preguntaba qué era esta ciudad –Morelia-, qué le respondería, así nacieron esos textos.

-¿Qué me puede decir sobre “Los sueños del cangrejo”?

Es mi segundo libro, producto de la beca del Fondo Estatal para la Cultura y el Arte de Michoacán. Es un libro que me permitió leer, escribir y vivir un poco. Fue un proyecto que me permitió ver y redescubrir a la ciudad.

-¿Cuáles son sus escritores y/o poetas favoritos?

Esta pregunta me causa problemas, tanto como ese pedimento de que diga uno diez libros que se llevaría a una isla, donde si naufragará quisiera llevar un libro sobre cómo hacer una balsa o cómo sobrevivir. Ahora mismo me encantaría tener uno que me dijera cómo sobrevivir a estos días tan oscuros. Pero para responder a su pregunta, lo más normal que pueda, empezaría por los clásicos, todos: Dostoievski, Flaubert, Balzac, Maupassant, Aligheri, Sófocles, Homero, Dikens, Dumas, Faulkner, Kafka, Walsser, Chejov, Canetti, Cioran, Pushkin, Goethe, Cervantes, Sartre, Cortázar, Borges, Jellinek, Herta Müller, Berdhadt, Roth, Comarck, MaCarthy, Bolaño, Vila-Matas, etc… la lista sería interminable. Igual en poesía. Sin pedantería, podríamos hablar de 10 autores en lengua griega, alemana, rusa, española, japonesa, etc.

-Todo escritor tiene una cantidad de material inédito, esperando alguna oportunidad económica (o de otro tipo), ¿Va llenando cuadernos que guarda celosamente hasta el día que llegue esta oportunidad?

Por supuesto, tengo cuadernos y cuadernos, borradores y borradores, los que escribimos, siempre tenemos cuadernos que llevamos como diario, bitácoras de vida. Dice Paul Auster, acerca de su teoría de la yuxtaposición, que todo lo que se escribe es autobiográfico, estoy de acuerdo. Hace tiempo escribo más de lo que me sucede, todo tiene un tono confesional. Hago literatura con mi vida, y necesito estar constantemente escribiendo, de lo que leo, de lo que extraño, de lo que veo, de lo que vivo.

-En su faceta como escritor, ¿Qué es lo más satisfactorio?

El poder nombrar la vida, lo que vivo, lo que sueño, lo que imagino, poderlo transformar en palabras. No me importa que no se publique, habrá arqueólogos del futuro que quizá encuentren lo que escribo; o quizá no, pero tampoco me importa.

-¿Qué considera más importante en la poesía?

La metáfora, el decir las cosas con las palabras necesarias, con la belleza necesaria, con la honestidad necesaria. Poder denunciar los horrores de estos días, pero poéticamente; decir por ejemplo, “…existen ocasiones que los fantasmas frecuentan mi habitación, contarme alguna muerte y otras ausencias…” o decir que “…me lastima tanto este país tan manchado por todas partes con la sangre de los ausentes, esos que no supimos donde los ocultaron…”

-¿Usted piensa que la poesía narra las historias del alma?

El alma es un concepto muy complicado, ¿qué es el alma?, ¿qué es el tiempo?, ¿qué es la eternidad? No sabría si son historias del alma, creo que hay muchas historias que se escriben con la sangre y con la vida. Decía Nietszche en “Hablaba Zaratustra”, “…de todo lo que el hombre ha escrito, amos, aquello que ha hecho con el corazón y con la sangre…”

-¿Cómo percibe la literatura, y en particular la poesía en la época contemporánea?-

Voy a responder con unas líneas de Bukowsky: “siento que hay demasiados poetas, pero muy poca poesía”. Creo que hay muchos escritores, pero muy poca poesía. Hay más barbarie que poética o vida.

Para finalizar, ¿qué es para usted Marco Antonio Regalado Reyes como poeta y como persona?-

Como poeta, si es que así se me puede denominar, alguien que ha escrito unas cuantas líneas y para el bien de todos aquellos que lo odian sin saber por qué, un buen día habrá de morir. Como persona, estoy aprendiendo todavía a ser una persona, y me preocupa más ser un “ser humano”.

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