Cuando las rosas son insultos y golpes

Por: Jocelyn Villela

Ellos se miran mutuamente, ambos permanecen tomados de la mano en uno de los jardines de la universidad, nada los inmuta, solamente son ellos y su mundo de amor, caricias, besos y una que otra palabra al oído.

La mayor parte del tiempo permanecen en silencio y se sólo están interesados en admirarse; en grabar en sus memorias ese momento con sabor a eternidad.

Mientras, afuera de su mundo, el tráfico es un caos, los transeúntes recorren molestos las calles, miran constantemente el reloj, las combis a medio cupo irrumpen con el claxon la tranquilidad de la tarde, pero nada de eso importa para ellos, nada, solamente la emoción de sentir el cálido roce de su piel.

Pasó el tiempo, bastaron no más de 30 minutos para que ella se separara de su lado. Ya no están recostados en el pasto, ni siquiera tomados de la mano, su semblante ya no refleja la misma sonrisa que hace unos momentos, y él, a pesar de la indiferencia de su pareja no deja de mirarla. Pocas palabras, pero al parecer, no se necesitan más para saber que el mundo de azúcar en el que vivían hasta hace poco se derritió.

Los gestos de desagrado suplantaron la mirada dulce, ella decide irse, él opta por seguirla, se unieron a la cotidianidad de la ciudad, ahora ya no son ese par de enamorados, ahora son dos personas que buscan una solución ante el problema que acaba de nacer, tal y como lo hacen los transeúntes, esos que buscan llegar temprano a sus citas o como las señoras que se disgustan porque el transporte no se detiene en la parada.

Una que otra persona volteó a verlos, incluso, las parejas que se toparon con ellos, les regalaron una mirada y se abrazaron, como recordando la reconciliación de un disgusto del pasado; pero la mayoría los ignoró.

Es un pleito de enamorados. Se disgustan y se contentan. Un círculo vicioso que se ha vuelto una constante en la vida de cientos de parejas, en el que el amor, se matiza con sentimientos de celos, regaños, disgustos, golpes e incluso suicidios que responden a un acto de violencia del que ambos son víctimas y que la mayoría ignora o desconoce, pero que con el paso de los años se ha vuelto una constante, hasta llegar a ser catalogada por muchos como una problemática social.

El noviazgo es la etapa en la que se sientan las bases para una sana convivencia a futuro; es considerado un “ensayo” o bien, un antecedente para establecer un matrimonio. Durante este periodo se acostumbra que el hombre y la mujer entablen una relación llena de detalles, amor, comprensión y apoyo mutuo. Es una etapa “romántica y bonita”, que involucra los sentimientos más nobles y profundos del ser humano.

Sin embargo, el romance puede verse truncado por aspectos como el chantaje, celos incontrolables, los insultos e incluso golpes: que responden al nombre de violencia en el noviazgo, una problema social que ha estado presente a lo largo de la historia en la mayoría de las relaciones de pareja y que hasta hace poco tiempo, ha logrado acaparar las miradas de instituciones de ayuda como la Secretaria de la Mujer, que al percatarse de los resultados de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo, realizada en el año 2014, decidió dedicar una campaña de prevención de la violencia, pues los números hablan por sí mismos: el 15 por ciento de las y los encuestados han experimentado al menos un incidente de violencia en las relaciones de noviazgo; el 75 por ciento de los jóvenes han sufrido violencia psicológica y el 16.5 por ciento de la población, entre 15 y 24 años, han sufrido de violencia sexual.

El estado de Michoacán no está exento de esta problemática, el Centro de Atención a Mujeres Violentadas (Camvi), informa que el 60 por ciento de las jóvenes michoacanas que estudian los niveles de secundaria y bachillerato sufre de violencia en el noviazgo.

Y las cifras continúan en aumento, pues en el año 2012, la Fiscalía Especial para la Atención del Delito de Violencia Familiar, reportó que se atendieron un total de 480 jóvenes entre los 15 y 20 años de edad, que sufren de violencia en el noviazgo.

El panorama que envuelve a este fenómeno, es muy variado, pues hay que tomar en cuenta diversos factores como la falta de información acerca del tema, la presión social y los estándares que marca la sociedad en torno a este tipo de relaciones, en las que está bien si el novio te cela y te prohíbe salir con tus amigos, así como que las mujeres usen el chantaje para mantener cerca a su pareja.

No hace falta decir que la violencia, más que un simple sustantivo, es una conducta que no sólo le pertenece a los asesinos en serie o a las personas que viven en un penal o en una correccional, es casi un hábito, un mandamiento, algo con el que niños y adultos conviven en el día a día.

Si miramos a nuestro alrededor, nos podemos encontrar con un sinnúmero de situaciones aderezadas con un toque violencia, desde el padre de familia que reprende a su hijo por su rebeldía hasta el individuo que vive recluso en alguna cárcel de la ciudad por su mal comportamiento.

Si todos y cada uno de los actos del ser humano poseen un mínimo grado de violencia, los noviazgos como resultado de la convivencia de dos personas, no están exentos de padecerla e incorporarla, sin embargo, el hecho de que este problema sea hasta cierto grado desconocido por los jóvenes, lo convierte en un problema social que con el paso de los años se puede ir acrecentando hasta llegar a destruir matrimonios y familias enteras.

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