YALITZA APARICIO Y LOS SISTEMAS ARTÍSTICOS

Por: Juan Carlos Jiménez

 

Los premios Oscar han pasado y la especulación sobre qué actores, actrices, guionistas, productores, animadores y demás profesionales de la cinematografía ganarían el reconocimiento de la llamada Academia en alguna de sus categorías.

Yalitza Aparicio fue una de las personalidades más comentadas en los medios mexicanos que atendieron a la realización de esta premiación. El público también participó de esto, su termómetro -las redes sociales- ardieron en polarización. Columnistas en medios impresos y electrónicos escribieron y escribieron sobre la nominación de Aparicio a mejor actriz. Todos parecían acordar que Roma debía de ganar el Oscar a mejor película, pero ese acuerdo se rompía cuando se trataba sobre el Oscar para Aparicio.

Tal vez lo que se nos olvida es que, a pesar de que este tipo de certámenes depende de la decisión de un jurado (los llamados miembros de la Academia, que son bastante numerosos), cualquier premiación responde al funcionamiento de un sistema. En este caso estamos hablando del sistema de arte que cada medio tiene.

La posibilidad de que Yalitza Aparicio pudiera ganar el Oscar a Mejor Actriz sin tener formación o trayectoria actoral, equivale a afirmar que un no-artista pueda destacar en un medio artístico por el puro mérito de su talento natural. Este escenario, en el medio de las artes visuales, se conoce bien. Muy frecuentemente encontramos nuevas personas que de pronto ganan notoriedad sin tener trayectoria o formación, pero que en la opinión del público o alguna institución amiga esas personas tienen talento. Su notoriedad se basa en la calidad de su obra, no tanto en cuánto tiempo lleva trabajando antes de lograr una pieza notable (sea un video, una instalación, una fotografía o una pintura).

Podemos asumir que en el medio de las artes visuales, la conversación sobre el valor y potencia de los talentos emergentes que ocurren sin preparación, espontáneamente, y que ocasionalmente son premiados a primeras instancias, muy temprano en su desarrollo, lleva tiempo ocurriendo y hemos madurado gracias a esa conversación. Pero parece que en el medio actoral esta conversación aún no ha ocurrido suficiente, y lo que se revela es que ante una no-actriz que puede ser reconocida como la mejor actriz del año, según la Academia de Artes y Cinematografía de Estados Unidos, el sistema de arte de los actores (al menos en México) se siente incómodo y demuestra sus celos, su reserva, su enojo y frustración.

Junto con los comentarios clasistas y racistas se ha sabido, hoy que todas nuestras palabras pueden documentarse en texto electrónico o video, sobre los comentarios que desprecian la falta de preparación actoral de Aparicio, su origen rural, su condición indígena, su vocación fuera de la interpretación dramática, etc.

Ante todo esto, una idea se sostiene: la obra se defiende a sí misma. La interpretación de Cleo hecha por Aparicio es notable porque es verosímil en todo momento, manifiesta emociones, profundidad, adaptación a un papel, a las circunstancias.

No era probable que Aparicio ganara su Oscar, porque la Academia de Artes y Cinematografía de Estados Unidos no es ninguna ingenua, y premia trayectorias, preparación, carrera. Incluso premia y reconoce películas al tiempo que envía mensajes. Para esa Academia (que no es internacional, sino que representa al medio cinematográfico solo de Estados Unidos, insisto) Roma es la mejor película extranjera, pero no es la mejor película de todas, sino Green Book, una historia que ocurre en el corazón de Estados Unidos sobre una guía turística para población negra.

Mucha es la gente que presta atención a los Oscares, pero ignora todo sobre los Arieles, los premios BAFTA, el festival de Cannes, el festival de Venecia (que también son concursos). Esa atención revela que le interesa más lo que digan los gringos que lo que opina y premia el resto del mundo, donde el éxito de Roma y de la interpretación de Aparicio ha sido aplastante.

Enhorabuena por ella, por Cuarón, y por todas aquellas personas que supieron leer en la nominación de Aparicio, el valor del talento y la entrega sin mayores pretensiones que contar una historia.

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