«Las tejas de Tacícuaro tienen la mejor calidad»

Por Adid Jiménez

Héctor Sosa atiende a los visitantes con la extrema amabilidad que caracteriza a los habitantes de Tacícuaro. Sin dejar de trabajar, el artesano explica al grupo de recién llegados los detalles del oficio que realiza en ese momento: la elaboración de tejas de barro.

«Las tejas de Tacícuaro tienen la mejor calidad», afirma sin ninguna duda. El hombre hace memoria mientras continúa con el amasado del barro sobre el molde: «ganamos concursos hace muchos años». De pronto interrumpe la labor y recuerda que, en una gran competencia, el premio prometido resultó de un monto menor al anunciado.

Tacícuaro es una de las 14 tenencias de Morelia y está ubicada en la zona poniente del municipio, poco antes de llegar a Capula. De acuerdo con la página del Ayuntamiento dedicada a estas localidades, Tacícuaro tiene, por lo menos, 400 años desde su fundación.

El templo de Santa María de la Asunción, ubicado en el centro de la tenencia, fue edificado con la muy porosa piedra local, quizá por esa razón los gorriones aprovechan los huecos en los muros para construir sus nidos. Como es de esperarse, el techo de la iglesia y del campanario están cubiertos con las tejas hechas en la localidad.

De acuerdo con la versión de Héctor Sosa, las tejas del templo nunca se han cambiado desde el día que fueron colocadas. De ser así, las tejas que elabora el hombre en ese momento realmente poseen una calidad altísima.

Sin embargo, fuera de la comunidad no se escucha mucho sobre las tejas de Tacícuaro. Parte de la respuesta se deduce al caminar por las estrechas calles del pueblo: niños y ancianos caminan por las tranquilas rúas, mientras que toparse con los jóvenes cuesta más trabajo. Muchos de los habitantes en edad productiva deciden buscar mejor suerte y emigran, sobre todo a Estados Unidos.

El mismo Héctor Sosa emigró hace algunas décadas. Confiesa que puede entrar y salir de Estados Unidos cuando le plazca: «tengo papeles». Sin embargo, regresó a su pueblo y encontró la forma de ganarse la vida. Contrario a lo que se puede pensar, su principal fuente de ingresos no son las tejas, eso lo aclara, porque obtiene más dinero con la engorda de ganado.

Quedan pocos artesanos en Tacícuaro. Atrás quedaron los años en los cuales abundaban los talleres donde trabajaban el barro para convertirlo en tejas de alta calidad. «Este terreno no es mío, es de un hermano que está en el otro lado». La frase de don Héctor lo resume todo: las tejas dejaron de ser negocio.

Sin embargo, la demanda existe. La tanda de tejas que elabora Héctor Sosa al momento de la plática será enviada a Monterrey. Se le pregunta al artesano cuál es el precio de las piezas: «cinco mil pesos por un millar. Con eso cubre 42 metros cuadrados de techo».

Los pocos talleres que quedan trabajan sobre pedido. Todo el material para elaborar las tejas se obtiene en el mismo sitio donde se ubican las zonas de trabajo. Don Héctor asegura que contar con un molino proporciona una ventaja, ya que la tierra rojiza que abunda en la zona queda convertida en un polvo finísimo.

El barro obtenido con la unión del fino polvo y agua es bastante compacto, y en las manos adecuadas se convierte en un producto de calidad. El artesano toma una cantidad generosa de la mezcla, la cual coloca sobre un molde rectangular. Siempre con las manos húmedas, Héctor Sosa toma un hilo y corta el excedente, mismo que coloca a un lado.

Con un poco de agua en la manos, el artesano suaviza la superficie con ayuda de una pequeña tabla y luego coloca el material sobre otro molde, éste con la forma en negativo de la teja. Una vez lograda la forma, coloca la pieza en el piso del taller, junto a otras cientos. Don Héctor lo hace ver fácil, pero es obvio que esa habilidad sólo se adquiere luego de muchos años en el oficio.

Las piezas se dejarán secar durante un día y después entrarán al horno. Luego de eso, el cliente pasará por ellas y las ubicará donde mejor le convenga. Con suerte, ese mismo cliente le hará otro pedido a Héctor Sosa, quien pondrá a trabajar su molino para obtener materia prima de alta calidad, tal y como las tejas de Tacícuaro.

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