First Man. Del caos a la calma

Por Manuel Jara

Damien Chazelle abre el 16° festival internacional de cine de Morelia con la película First Man o El primer hombre. Nos entrega una película (la cuarta en su repertorio de películas dirigidas) que cambia drásticamente con el ritmo de sus películas anteriores.

Esta película es una obra basada en el libro biográfico de igual nombre escrito por James R. Hansen, en la que se narra la historia de Niel A. Armstrong durante la carrera espacial ocurrida en la guerra fría y su lucha por llegar a la luna.

El astronauta Niel Armstrong interpretado por Ryan Gosling, y su esposa Janet Shearon interpretada por Claire Foy protagonizan esta película que si bien no sorprende la trama (pues un poco de historia nos habrá informado de estos acontecimientos) si nos ayudan a internarnos en el caos dentro de un personaje histórico.

Se nos presentan tomas áridas e intimas que bien podrían ser las emociones que Niel siente constantemente mientras se encuentra en la Tierra. Conversaciones familiares en donde no parece existir un ápice de emoción más allá de la cotidianeidad. Es una película con un ritmo lento y constante y con un personaje realmente conciso con el que Ryan Gosling logra intimar en una actuación francamente sólida.

Durante todas las tomas espaciales, el espectador se siente muy conectado con la situación pues no solo el sonido es sumamente envolvente, si no que también la luz te obliga a hacer una inmersión forzosa. La luz te ciega como a los protagonistas, te deja varado en el oscuro espacio con su ausencia y los reflejos en los ojos y cristales a lo largo de estas travesías espaciales te hacen sentirte como un miembro extra de la tripulación.

Desde el inicio de la película Damien Chazelle nos entrega unas tomas extremadamente caóticas cada vez que Niel Armstrong se encuentra pilotando, unas escenas que realmente pueden llevar al espectador a sentir no desesperación, sino frustración.

Dicho esto, aclararé dos puntos. Cada vez que algún personaje se encontraba dentro de una nave pilotando, la cámara vibraba haciendo imposible enfocarse en algún puto y transmitiendo una sensación de caos constante. Elemento que puede ser emocionante al inicio, pero que cansa después de poco tiempo. Un recurso del que hicieron uso constante y a diferentes intensidades. 

El segundo punto a aclarar, el final es sumamente largo, aunque muy pacífico. Intentan poner un momento más de tensión dentro del film, mas no se logra debido a lo predecible que es, pues es una historia ya conocida, no hay un resultado friccionado de los sucesos reales.

Así pues, la película te lleva a sentir la desolación del personaje, sus fugaces emociones y momentos de alta tensión en los que ni los protagonistas ni los espectadores pueden hacer algo para mitigar. Una película un poco larga, quizá, con actuaciones sólidas, y una explicación tecnológica lo suficientemente simple, para sentirte dentro de una nave tripulada.

Imagen/cortesía

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