Por: Juan Luis Pérez
Las densas nubes que cubrían a la ciudad de Querétaro eran presagio de la gran tormenta que se avecinaba. Poco a poco, la tranquilidad de aquellas solitarias calles se veía interrumpida súbitamente por el sonar del agua golpeando con fuerza el pavimento. A tan sólo unas cuadras de la avenida principal, parecía estar admirando un pueblo fantasma, no había ni una sola persona en la calle… uno que otro automóvil estacionado. Lo único que destacaba en aquel paisaje tan desolado era una pequeña iglesia, que a pesar de esto se elevaba por sobre el resto de las casas a su alrededor. Ese era mi destino.
Cuando escuchamos la palabra exorcismo, lo primero que se nos viene a la mente son las perturbadoras imágenes de un sinfín de obras cinematográficas; cabezas dando giros de 360 grados, voces de ultratumba, ojos en blanco, lenguas muertas y muchas otras características que ya se han vuelto parte de la cultura popular en el cine del terror. Sin embargo, no podemos olvidar que la realidad supera a la ficción y esto, creemos, debería despertar un debate interno donde nos preguntemos, ¿sigue habiendo exorcismos en nuestros tiempos? ¿Cómo diferenciamos un trastorno mental de una supuesta posesión demoniaca? ¿En realidad pasan este tipo de cosas durante los rituales de exorcismo?
Para contestar estas y otras interrogantes, integrantes de Cero:60 viajamos a Querétaro para entrevistar a un verdadero exorcista, y conversamos con un psiquiatra para tratar de conocer más a fondo los exorcismos en el siglo XXI.
Su nombre es José Guerrero Barrón, sacerdote originario de Querétaro, tiene 87 años de edad y actualmente se dedica a la pastoral de liberación, actividad que antes era conocida como exorcismo, hasta que el papa Pablo VI reformó el término. Comenta que su tarea consiste en liberar del maligno a las personas con tentaciones, influencias y/o posesiones malignas.
Según el sitio de Internet “exorcistas.com”, un exorcismo es la práctica religiosa o espiritual realizada contra una supuesta fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona, objeto o área que supuestamente se encuentra poseída por la entidad maligna quien somete y controla al poseído.
Mientras la lluvia choca sin cesar contra el techo de aquella oficina, el sacerdote explica a gran detalle que existen dos tipos de exorcismos: los más sencillos, que son conocidos como oración de liberación, y aquellos donde la posesión es casi absoluta, conocidos como exorcismos mayores, que únicamente pueden ser realizados si el obispo da su aprobación.
Nos decía que una posesión maligna ocurre cuando existe una doble personalidad en la persona posesa, el demonio toma el control de todo el cuerpo y de todas las potencias del alma (memoria, entendimiento, voluntad), sin embargo, esto no quiere decir que pueda tocar el alma, pues es lo único que no se puede corromper.
Investigando acerca de los orígenes del rito del exorcismo, nos encontramos con que se remontan a los textos evangélicos donde Jesús expulsaba demonios de las personas como con los endemoniados de Gadara (Mateo 8,28) a un joven (Marcos 9,21) mencionando por ejemplo que para vencer a algunos demonios se requería la práctica de ayuno y oración (Mateo 17,19), un poder que incluso podemos encontrarnos que también tenían sus discípulos (Lucas 10,17), y que inclusive los primeros cristianos llegaron a utilizar objetos personales de los apóstoles a manera de reliquias para expulsar demonios (Hechos 19, 11-12.) Siete casos específicos de posesión se relatan en los evangelios. En los primeros siglos no existían fórmulas precisas para exorcizar, aunque sí el carisma de expulsar demonios.
El sacerdote exorcista nos dice que en la actualidad únicamente aquellos sacerdotes ordenados como exorcistas pueden realizar dicha práctica de enfrentar “al maligno” a través de la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión, y el uso de objetos que pueden “repelerlo”, como crucifijos, agua bendita, entre otros.
“Para que un sacerdote pueda ser un exorcista se necesita que sea nombrado por el obispo (aunque nos revela que actualmente los obispos se comportan reacios con la labor de los exorcistas), además de, por supuesto, tener la vocación para dicha actividad, teniendo un gran nivel de espiritualidad, una vida muy santa, el discernimiento de espíritus, además de contar con todos los estudios y conocimientos teológicos para enfrentar al maligno”, comenta.
Desde el año 2005, el Vaticano inició en su universidad, un curso para aquellos sacerdotes interesados en convertirse en exorcistas. Y este año modificaron dicho curso para que también laicos pudieran cursarlo, dejando así a un lado la afirmación de que sólo un sacerdote podrá realizar exorcismos.
Como mencionamos, las películas sobre exorcismos se han convertido ya en un recurso clásico del terror, donde podemos ver que la persona poseída en cuestión es capaz de realizar actos que regularmente no serían posibles; como la manipulación de objetos con la mente, el conocimiento de lenguas muertas y el odio a cualquier objeto relacionado a la Iglesia Católica, pero, ¿qué tantos de estos fenómenos ocurren durante un verdadero ritual de exorcismo?
El padre José nos comenta que presenciar un exorcismo real es muy diferente a lo que se presenta en la pantalla; menciona que tal industria procura exagerar dichos acontecimientos para generar un mayor suspenso entre la audiencia. Pero aún así, estar observando un exorcismo puede ser algo muy aterrador.
Actualmente, la Iglesia Católica parece esconder con cierto recelo la actividad del exorcista, siendo muy estrictos en el nivel de confidencialidad que debe tener tanto el exorcista, como la persona que está siendo tratada, guardando secretos que bajo ninguna circunstancia pueden ser revelados, como todo aquello que acontece durante el exorcismo.
Especialistas han argumentado durante muchos años a la Iglesia Católica acerca de la delgada línea que separa una posesión demoniaca de un trastorno mental, debido a diversas características en común. El sacerdote nos explicó que él personalmente siempre recurre a la ciencia antes de poder realizar un exorcismo (consultando el caso con médicos, psicólogos, psiquiatras e inclusive neurólogos), y que a pesar de ello es muy sencillo diferenciar una patología psicológica de una posesión demoniaca, pues a diferencia de un enfermo mental, la persona poseída únicamente se comporta así en momentos muy especí
ficos y un individuo con alguna patología acostumbra a tener dichos comportamientos de manera constante. También nos menciona que la persona poseída tiene un rechazo total a todos los objetos sagrados como el agua bendita o los crucifijos.
Por su parte, el psiquiatra Luis Guzmán Moreno asegura que este tipo de patologías se pueden asociar fácilmente con varios tipos de psicosis. A pesar de describirse a sí mismo como un católico devoto, dice que está casi cien por ciento seguro de poder afirmar que las posesiones demoniacas son algo inexistente en los tiempos modernos que vivimos. Nos comenta que él ha tratado a diferentes pacientes que aseguraban estar poseídos por entidades malignas y que al final de cuentas sólo necesitaron de unos buenos medicamentos anti-psicóticos para curar por completo su padecimiento o mejorar notablemente.
Afirma que en el 90% de los casos, los pacientes muestran grandes avances al seguir su tratamiento médico al pie de la letra, como ha sido indicado por el psiquiatra, llegando inclusive a ser curados por completo. También, que cuando los tratamientos psiquiátricos fallan, por lo regular se debe a que el paciente deja de seguir su tratamiento o se vuelve inmune al mismo, negando casi por completo la posibilidad de que en realidad se trate de una posesión demoniaca.
El célebre caso de Anneliese Michel (adaptado al cine con el título: “El exorcismo de Emily Rose) ha sido el punto de arranque de una infinidad de debates sobre el tema, donde queda claro que la única diferencia entre una posesión demoniaca y un trastorno mental, es la fe misma. Sobre esto, el padre José nos comenta que dicho caso no es más que una gran lección para todos los exorcistas, para darse cuenta de lo que están arriesgando y a lo que se están exponiendo.
El padre José terminó la entrevista mencionándonos que la labor del exorcista es fundamental aún en nuestros tiempos y que la Iglesia Católica necesita de este tipo de sacerdotes, pues dice que así como Jesús vino a proclamar su reino, también curó a los enfermos y expulsó a los demonios, dándonos a entender que la labor del exorcista es así de fundamental. Aún así, es importante destacar que el exorcismo no es un ritual exclusivo del catolicismo, pues existen procedimientos similares en todas las religiones, abriendo así la duda de qué tan real puede ser una posesión demoniaca.
Al salir de la oficina del sacerdote, la lluvia continuaba azotando la ciudad; un aire frío abrazó mi cuerpo y me llevó directamente a la salida del recinto, cuando las campanas de la iglesia comenzaron a sonar anunciando la próxima misa. Campanas y lluvia formando una bella melodía.