Manifestaciones estudiantiles, el antes y el ahora en su forma y la aprobación social

Por: Grecia Rojas

Los movimientos estudiantiles siempre han existido; sin embargo, la manera de manifestarse ha cambiado a través de los años y la sociedad ha modificado la imagen que tenía de ellos.

El primer movimiento estudiantil en México data de 1929, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) buscaba la autonomía de la institución. Este fue un beneficio significativo en el proceso de la toma de decisiones de la universidad, pero sin duda el movimiento más recordado es el de 1968, en el que se da  la matanza de Tlatelolco, la cual hoy en día sigue provocando indignación.

Manifestaciones van y vienen, año con año, buscando no olvidar, las voces de personas que buscan justicia no paran de gritar la tan sonada consigna ¡2 de octubre no se olvida!

“En el principio es el grito. Nosotros gritamos. Cuando escribimos o cuando leemos, es fácil olvidar que en el principio no es el verbo sino el grito. Ante la mutilación de vidas humanas provocada por el capitalismo, un grito de tristeza, un grito de horror, un grito de rabia, un grito de rechazo: ¡NO!” John Holloway.

El del 68 fue un movimiento social que contó no sólo con la participación de los estudiantes de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) sino que se incorporaron obreros, amas de casa, profesionistas e intelectuales. Una manifestación que fue reprimida y atacada por el gobierno mexicano el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, de ahí el nombre que recibe tal acontecimiento, “Matanza de Tlatelolco”.

Los responsables del genocidio  cometido en contra de la manifestación pacífica fueron el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia creado por el gobierno mexicano en contra del Consejo Nacional de Huelga.

Todo da inicio cuando el 22 de julio de 1968 durante un juego de fútbol americano entre la Vocacional 2 de Instituto Politécnico Nacional y la preparatoria Isaac Ochoterena, la cual estaba incorporada a la UNAM, terminó en un altercado, y el cuerpo policíaco de granaderos “controlan” el disturbio deteniendo a varios estudiantes.

Después de lo ocurrido el 22 de julio entre el 26 al 29 del mismo mes, diversas escuelas entran en paro de labores, y es así como nuevamente los granaderos y el Ejército ingresan a las escuelas, entre ellas la Preparatoria 1 en San Ildefonso y la cual fue destruida.

Las reacciones ante tal acto no se hicieron esperar y es así como el 30 de julio de 1968, Javier Barros Sierra, entonces rector de la UNAM, condenó públicamente los hechos, izando la bandera mexicana a media asta y a través de un emotivo discurso se pronunció a favor de la autonomía universitaria, exigiendo también la libertad de los presos políticos, refiriéndose a los estudiantes detenidos durante la turbia del 22 de julio. Ese mismo día encabezó una marcha que recorrería la avenida de los Insurgentes, y es durante esta marcha que surge un lema muy común utilizado por el movimiento estudiantil: ¡Únete pueblo!

Para el 2 de octubre de 1968, un día después de la salida del ejército de las instalaciones de la UNAM y del IPN, cientos de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

El Ejército se encontraba vigilando dicha manifestación, con el objetivo de evitar disturbios. Por otro lado, el Batallón Olimpia, de integrantes distinguidos por vestir ropa de civiles y con un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda, se infiltraron durante la marcha hasta llegar al edificio Chihuahua, lugar en el que se encontraban los oradores del movimiento y diversos medios de comunicación.Normalistas1

Minutos antes de que el mitin finalizara, un helicóptero sobrevoló la plaza y de él dispararon una luz de bengala, señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia abrieran fuego en contra de los manifestantes y militares para generar confusión y que estos creyeran que los estudiantes eran los agresores. Es así como en el supuesto “intento por defenderse” los militares arremeten en contra de los estudiantes.

Muchos manifestantes que lograron escapar del tiroteo tomaron como escondite los edificios aledaños a la plaza, pero el Ejército, sin orden judicial, irrumpe en cada uno de los departamentos para capturar a los manifestantes.

Balas y gas lacrimógeno: Tiripetio y su propia historia de represión

De acuerdo con la periodista Saraí Díaz, del portal Revolución Tres Punto Cero Michoacán, la publicación de la Reforma Curricular a la Educación Normal, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 20 de agosto de 2012, provocó una serie de manifestaciones de estudiantes adheridos a la Organización de las Normales Oficiales al Estado de Michoacán (ONOEM).

Como parte de sus protestas, los estudiantes retuvieron autobuses, unidades comerciales y del gobierno, las cuales fueron utilizadas en marchas y manifestaciones como medida de presión para fomentar el diálogo con las autoridades correspondientes.

Alrededor de las 4:00 de la madruga del 15 de octubre y bajo el argumento de recuperar los 96 camiones de transporte foráneo, policías federales y estatales ingresaron a la fuerza al Centro Regional de Educación Normal, en Arteaga; a la Escuela Normal Indígena de Michoacán, en Cherán; y a la Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga, en Tiripetío.

De acuerdo a las autoridades, los estudiantes quemaron 17 unidades de las 96 retenidas; sin embargo, algunos testigos señalaron que las unidades fueron incendiadas por policías estatales y federales, teniendo así una justificación para irrumpir en las normales y violentar a los estudiantes e indígenas que apoyaban el movimiento.

Ese día también fueron detenidos el ex líder de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Jorge Cázares; y el recién nombrado, Juan José Ortega Madrigal, quienes más tarde fueron puestos en libertad. Por falta de pruebas y denuncias en su contra, los normalistas también fueron liberados.

“Nunca estuvimos de acuerdo con la reforma curricular que querían implementar en las normales; nos querían modificar el plan de estudios, integrando la materia de inglés como materia principal, pero eso no les convenía a las escuelas normales rurales, ya que cuando egresan son enviados a pueblos indígenas en donde con trabajo pueden hablar español”, relata un estudiante de la Normal (su identidad guarda anonimato para evitar poner en riesgo su seguridad) quien vivió en carne propia la represión del 15 de octubre del 2012 en la Escuela Normal Rural de Tiripetío.

“El motivo de nuestro movimiento fue para evitar la reforma, comenzamos a difundir a través de algunos medios de comunicación nuestro propósito, realizamos toma de casetas para generar recursos, marchas pacíficas para obtener audiencias, toma de carreteras, se pararon las clases en las normales, pero al ver que no obteníamos respuesta favorable a nuestras demandas por parte del gobierno, comenzamos a tomar otro tipo de medidas. Tomamos autobuses, camiones de empresas como La Costeña, Pemex, Coca Cola y Gamesa. Sólo buscábamos dar solución de manera pasiva”, asegura.

Los hechos del 15 de octubre del 2012

“En las instalaciones de la normal, -relata el entrevistado- nos encontrábamos alrededor de 700 personas, 500 estudiantes de Tiri, 40 de la ENEF, 30 educadoras entre las cuales se encontraba mi hermana, 100 estudiantes de la Normal Rural de Chéran, y los choferes de los autobuses retenidos”.

Normalistas2“La alerta de desalojo ya se había dispersado por los pasillos de la escuela,  nervioso y temeroso, me dispuse a preparar piedras y palos que utilizaría como herramienta para defenderme si fuese necesario. Por todos los rincones de la institución colocábamos botellas de Coca Cola para el ardor de los ojos provocado por el gas lacrimógeno, ya que eso sería lo primero que nos lanzarían para tratar de asustarnos”.

“Eran ya las 12:00 am cuando el Comité de Alumnos acudió a la última audiencia con el entonces Gobernador interino Jesús Reyna para dar solución definitiva a la problemática. Pero no llegaron a ningún acuerdo, por lo que Reyna ordenó que las instalaciones fueran desalojadas”.

“Eran las 3:00 am y el Comité de Alumnos llegó, no con buenas noticias. Yo me encontraba sentado cada vez más nervioso y el miedo me estaba consumiendo, pues por mi mente pasaban tantas cosas”, prosigue en su relato.

“Una hora después, a lo lejos se escuchan truenos, esos eran cohetes en señal de que los federales ya estaban en camino. Mis manos temblaban en todo momento, apenas y me permitían meter en las bolsas de mi pantalón y sudadera algunas piedras; tomé un palo demasiado grande para intentar defenderme. Yo no era el único, todos se encontraban listos y atentos a lo que pudiera pasar”.

“El momento de la guerra estaba por comenzar, los federales llegaron disparando balas de goma, lanzaron granadas de gas lacrimógeno y otras que parecían cohetes, lastimando a varios de mis compañeros en las piernas; nos replegaban hacia atrás. Desde el techo de un salón yo observaba todo lo que estaba sucediendo sin saber qué hacer; comencé a lanzar piedras y en respuesta obtuve algunas balas de goma”, recuerda.

“De pronto los federales comenzaron a lanzar fuego a los camiones retenidos que se encontraban en la parte exterior de la Normal. Rompiendo el muro lateral de la escuela lograron salir corriendo algunos de los estudiantes, pero los federales seguían disparando. Yo traté de escapar, buscaba a mi hermana, pero la nube de gas no me dejaba distinguir a las personas, sólo veía como trataban de huir”.

“Tuve que escaparme, la situación ya era demasiado fuerte, junto con otros de mis compañeros rodeamos la normal y logre observar como los federales seguían quemando los camiones, pues ellos querían que las personas creyeran que habíamos sido nosotros. Corrí lo más lejos posible, llegué a una de las casas del pueblo y ahí una señora nos escondió; ya había ahí como 12 estudiantes más”.

“Eran las 5 de la mañana y logre conciliar el sueño, pero a las siete la señora de la casa nos despertó para escondernos en un aljibe, porque los federales estaban revisando las casas; duramos tres horas ahí hasta que llegaron los maestros de la Sección XVIII para llevarnos a Morelia”.

“Busqué a mi hermana por todos lados, después me di cuenta que a ella sí la habían agarrado, la golpearon brutalmente y la detuvieron por dos horas en la procuraduría”.

“Cuando regresamos en caravana nuevamente a Tiripetío, la Normal se encontraba desalojada y nuestras pertenencias ya no estaban; los policías se habían robado todo. Y al final nos hicieron quedar como los culpables de todo; los medios de comunicación nunca sacaron imágenes o por lo menos mencionaron que a mis compañeros les daban descargas eléctricas, que los despojaron de sus pertenencias y que además robaron las computadoras que se encontraban en las instalaciones de la normal. ¡Nos trataron peor que animales!”.

¿Y mi derecho a manifestarme?

Los movimientos estudiantiles suelen caracterizarse por su crítica a toda forma  de opresión, control y dominio por parte del Estado.

Para Alejandro Baltazar Reynoso, especialista en el área de comunicación y estrategias digitales, quien ha participado en diversos movimientos sociales, las nuevas generaciones ven el mundo distinto. “Cualquier sociedad tiene muchísimos errores y más cuando estás bajo un sistema bastante injusto”.

Explica que en la actualidad la idea de los movimientos estudiantiles ha sido modificada completamente, las ideologías son distintas y la manera de expresar su inconformidad en contra del gobierno es completamente otra. Los cambios sociales, económicos y culturales han sido parte de las transformaciones de estos grupos de jóvenes que exigen una sociedad en la que sus derechos como estudiantes sean respetados.

“En los años 60 en general no había una costumbre de dar voz a los jóvenes y eso cambió. Actualmente, es un mundo distinto desde el hecho de que tienen plataformas digitales para ponerse de acuerdo, para transmitir mensajes, para ser visible”, considera Baltazar Reynoso.

De acuerdo con el portal digital Educación Futura, Periodismo de Interés Público, desde el año 2012 hemos sido testigos de la aparición de un nuevo tipo de movimientos estudiantiles que, aunque guardan muchas semejanzas y comparten características con los de otras épocas, se caracterizan por nuevos rasgos, tal es el caso del movimiento #Yosoy132, las normales, el movimiento de  la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el Instituto Politécnico Nacional; siguen siendo movimientos irreverentes por su condición juvenil, mantienen los tradicionales procedimientos, siguen desconfiando de la autoridad escolar y, más aún, del gobierno.

 

¿Hasta dónde están permitidas estas manifestaciones? ¿Qué señala la Constitución?

Uno de los derechos que como personas tenemos es a la manifestación, de expresar nuestras ideas, o nuestra inconformidad con aquello que no estamos de acuerdo; así lo señala la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 6.

“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley”.

Otro de los artículos relacionados a este tema es el 9, en el cual se señala que:

“No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte de los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada, tiene derecho de deliberar”.

Está más que claro que la manifestación de las ideas es un derecho humano, pero cuando estas protestas implementan violencia afectando a los derechos de terceros, así como el ataque al orden público, ¿a caso también está permitido?

El también comunicólogo Alejandro Baltazar señala que existen diversas formas en las que se dan ahora los movimientos: están desde las redes sociales. “Creo en el poder de las redes sociales, de las plataformas digitales. Y no me asusta lo que han denominado como vandalismo en algunas manifestaciones, puedo estar o no de acuerdo con que existan. Considero es que son muy pocas, porque la situación me parece muchísimo más grave en relación a la cantidad de manifestaciones que tenemos y de la violencia que en ellas se pueda dar; me parece que es muy controlada”.

“En las manifestaciones puedes tener a 15 jóvenes que están rompiendo los cristales de un McDonald´s, pero tienen 60 periodistas a su alrededor, entonces me parece más un performance que una manifestación”, afirma Alejandro.

Explica que la toma de casetas, secuestro de unidades, pintas en los edificios históricos, son sólo algunas de las acciones que en la actualidad los movimientos estudiantiles toman para manifestar sus demandas, pero si el Artículo 6 señala que “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, salvo en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público”, resulta obvio que esa parte no se está cumpliendo conforme a lo dispuesto por la ley.

“No podemos dejar pasar, que algunos de los actos cometidos durante este tipo de manifestaciones son delitos, y entre los más frecuentes son: el robo y el daño a la propiedad tanto pública como privada”.

En noviembre de 2013, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal avaló el cambio al Código Penal para el DF, que aumentaría un 50% las penas por delitos como robo, daños a la propiedad, y lesiones contra policías provocadas por manifestantes.

La pregunta aquí sería, ¿realmente son los estudiantes quienes realizan este tipo de actos violentos durante las manifestaciones realizadas por ellos mismos, o será posible que sean otras personas quienes provocan la violencia?

Anarquistas, infiltrados en las manifestaciones estudiantiles

De acuerdo a la Real Academia Española, el anarquismo es la doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder. Por otro lado el filósofo Pierre Joseph Proudhon define a la anarquía en su libro ¿Qué es la propiedad? Como la ausencia de soberano.

¿Quiénes son los encapuchados?, que provocan violencia y que realizan destrozos en las calles. Para Alejandro Baltazar los anarquistas son vistos así por culpa de los medios de comunicación, que se ensañan y que obviamente no se quieren esforzar en demostrar o investigar de dónde provienen. “Los movimientos contraculturales y los movimientos que son antisistema para mí deberían de ser vistos de otra forma, no sólo en la forma en la que se manifiestan sino desde su gestación, en sus ideales y qué proponen”.

Ejemplifica que en este país no existe la posibilidad de votar por el partido comunista, “porque aquí se persiguió esa ideología durante los años 60 y los 70, yo sinceramente no votaría por un partido comunista, no estoy de acuerdo con las cosas que ellos proponen pero me parece sumamente injusto que no estén, que no puedan ellos aportar una visión de país que podríamos tener”.

“El pensar que hay un poder oculto detrás de las manifestaciones me parece una visión muy reduccionista de las cosas, porque los movimientos sociales, como dice su nombre, responden a una colectividad, a una sociedad de decir tú y yo pensamos igual, estamos en contra o no, lo tenemos que manifestar. Detrás de eso y la necesidad inmensa de los jóvenes o de cualquier persona, de ser crítico y de no estar de acuerdo con lo que están viviendo y con la realidad que se les está transmitiendo y que están percibiendo” comentó.

 

“No permitiré ni un bloqueo más”

Después de una serie de bloqueos por parte maestros y normalistas, el Gobernador del Estado de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, a pocos días de asumir el cargo, señaló que ese sería el último bloqueo que permitiría. “La sociedad ya está hasta el gorro de que no se le permita transitar libremente”.

“No voy a permitir bloqueos, ni tomas de edificios de manera permanente. Tampoco voy a permitir más secuestros de camiones de mercancía. Si no hay respuesta, aplicaremos el protocolo de seguridad y tendrá que intervenir la fuerza pública”, dijo.

Pero eso no detuvo a los jóvenes y el 20 de octubre de 2015 retuvieron dos autobuses, rompiendo los cristales de estos. Los normalistas siguieron manifestándose, tomaron diversas acciones como toma de casetas y realizaron bloqueos en la avenida principal de Morelia.

Más tarde, el titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), Martín Godoy Castro, informó eran 28 órdenes judiciales de aprehensión por ejecutar contra maestros y estudiantes normalistas. En declaraciones a la prensa, el funcionario estatal indicó que los mandatos de aprehensión estaban en proceso. La mayoría de los delitos por los que se les acusa son robo, robo de vehículos, daño en las cosas y otros que han cometido durante sus manifestaciones y actividades de protesta. Se les encarceló, se les liberó.

 ¡No son estudiantes, son delincuentes¡ el repudio social

¡Deberían ponerse a estudiar, bola de flojos! ¡Y luego por qué los desaparecen! “Cuántas veces no has mencionado alguna de estas expresiones al ver una manifestación estudiantil y que quizá han provocado que llegues tarde a tu trabajo, escuela, hogar o cualquier otro lugar, a causa de los bloqueos realizados por los jóvenes que buscan que el gobierno dé soluciones a sus peticiones o que simplemente buscan justicia. El hartazgo de una sociedad que busca que las autoridades den solución a las problemáticas que traen consigo las manifestaciones realizadas por estudiantes”, plantea el especialista en movimientos sociales.

La situación es clara, la sociedad ha modificado la imagen que tenía de los movimientos estudiantiles; muchos quienes los apoyaban, al ver sus acciones, han retirado su apoyo.

El gobierno y los medios de comunicación también han influido en el cambio de ideas que la misma sociedad tenía sobre los movimientos estudiantiles.  ¿Pero por qué estos grupos son señalados como incitadores de violencia? Alejandro Baltazar señala que, a los que controlan decisiones o que tienen injerencia en la sociedad les interesa muy poco dar voz a estas personas, “les importa muy poco darles cabida a los discursos que ellos tienen y la forma más sencilla es decir que son incitadores”.

“Hemos visto a lo largo de la comunicación política en diferentes etapas de la historia de la humanidad, normalmente cuando viene algún movimiento subversivo, crítico o antisistema, que el primer argumento oficialista es ‘influencia extranjera’, ‘son personas que están engañando a la gente’ y que ‘los están acarreando’. Sería una contradicción de mi parte decirte que estaría de acuerdo en esto porque para empezar, yo como comunicólogo no considero que exista realmente la masa como sinónimo de gente que puedes manipular y que no tiene conciencia, que no tiene criterio”, finaliza.

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